Desde el inicio, este proyecto nos llevó a realizar un profundo viaje a través de la cultura vietnamita. Estudiamos su historia, su estética y su forma de entender la vida para que, al cruzar la puerta de La Vietnamita, el visitante sienta que se traslada directamente a Vietnam: un lugar donde conviven la serenidad, la belleza artesanal y la fuerza interior.
La Vietnamita rinde homenaje a la mujer vietnamita —valiente, trabajadora y espiritual—, cuya esencia queríamos reflejar en cada detalle del espacio. Su figura se convierte aquí en símbolo de resiliencia, delicadeza y autenticidad.
A nivel personal, este proyecto tiene un significado muy especial para mí. Coincidió con mi propio proceso oncológico, una etapa dura y transformadora que, de algún modo, impregnó cada decisión creativa. Ver el resultado final ha sido un aprendizaje profundo y una recompensa inmensa: la confirmación de que la belleza y la fortaleza pueden florecer incluso en los momentos más difíciles.